domingo, 27 de febrero de 2011

DE PRÍNCIPES Y PRINCESAS

   (Para mis amigas. Todas bellas. Y prácticas. )

En acto soberano de consciencia me declaro insurgente
y reconozco:
Que me gustan los coches de lujo y los buenos restaurantes

Que a fuerza de nostalgia,
descubrí
que todas las historias son la misma historia
y que a fin de cuentas,
una debe fiarse de su séptimo sentido,
hacer de tripas corazón
y sacar el máximo rendimiento de sus posibilidades.

El tiempo es oro
y toda coraza resulta insuficiente.

Guardo pues, el Indecible Amor,
en el bolsillo de la chaqueta,
y me fuerzo a aceptar,
con sumo decoro,
mi destino.

Hastiada de idealismos quiméricos,
de romanticismos neuróticos
y de odiseas.
Hoy
muto en Penélope,
aburrida y de vuelta
de sirenas oportunistas
y de Cíclopes burlones,
y sonrío la última
para mis adentros.

En esta fábula inversa de contradicciones
beso al príncipe
con conocimiento de causa.
Es decir,
sabiendo de antemano
que saldrá rana.

Pero eso no importa,
pues como toda dama de vanguardia que se precie
ando a estas alturas prevenida,
de memoria aprendí el manual del "Carpe Diem"
y voy de pérdida al río
con elegancia suficiente.

Observo al candidato con benevolencia,
pues ante estrategias tan poco originales,
claro está,
que una cae en la trampa porque quiere,
y puesta a caer
hay que hacerlo con estilo.

Dicen que con la vara que tú midas serás juzgado,
pero yo fuí juzgada por mis piernas previamente,
y a nadie le importó
si en mi alma reinaba el desencanto.

La vendetta es pues, sumamente justa:
Ya puestos a jugar, juguemos todos. 

Me como, por si acaso, la perdiz
antes de que el relato se termine
y el "colorín colorado"
ponga la guinda.

Ni siento ni padezco
ni quiero nada de nadie.
Soy una princesa postmoderna:
Ya no me creo los cuentos.

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