lunes, 10 de noviembre de 2008

DE PIELES PARA VENUS: MELODÍA INCRÉDULA


La ciudad se desviste de su traje de sábado.
No importa si hay luna,
si hay un cielo ahí arriba más profundo y brillante
o si mi alma es un desguace
lleno de vacío.
El neón reclama miradas,
las absorbe.
No me creo esta ciudad,

no me creo esta noche llena de luces,
pero sin luna.
No me creo este engendro de andamios, corazones y cables.
No me creo a mí misma,
este sentimiento obsceno,
donde no cabe,
donde no cabe otro nombre,
donde los relojes se queman cuando cruza otro taxista ebrio.
No me creo este atasco de gargantas,
de voces sin voz,
de ojos que miran asfixiados
el reflejo de alquitrán en los zapatos,
de sexos arrugados y cálidos al roce del termómetro.
Este laberinto que respiro,
que se funde,
que me traga,
no me lo creo.
No puedo creer tus ojos dentro de este abismo negro,
tus manos apartando el velo del tráfico,
los alientos ajenos, todas las pieles...
No me creo tus manos que llegan y me tocan,
que me salvan del ruido y los golpes de los escaparates,
que me limpian el humo y el asfalto.

No me lo creo.
…Pero ahora,
veo la luna entre los edificios.

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