jueves, 29 de octubre de 2009

DE CARTAS A MILLER: SOLEDADES






Mi querido Sr. Miller,
Parece mentira, pero comienzo a disfrutar tanto de mi soledad que he llegado a pensar que podría estar siempre así.
Ni siquiera me ha provocado la más mínima lástima, escuchar como llamabas una y otra vez. El ruido del teléfono se mezclaba con el violín impasible de Grappelli , como un instrumento más, en mi salón en penumbra.
Has debido pensar, que no estaba en casa, que ando por ahí engañándote, de cena o algo “peor”, con otro de esos amantes que me tienes adjudicados.
¡Como te equivocas! Los únicos amantes que quiero para esta noche, son Baricco y el violín errante de Sthephan Grappelli. Y si, oportunidades de cena no me faltan, pero te prometo, que a estas alturas, no voy a aprovechar mi descanso del redil de tu masculinidad para tener que aguantar a otro patán diciendo tonterías con la única finalidad que la de darme un revolcón.
No. Está es mi noche. Frente al ordenador escribiendo. Cuidándome las uñas. Una ducha eterna. La música, mis libros, mis sueños en los que no estás.
Además estoy ocupadísima. Me he dado cuenta, de que hay miles de cosas que tengo que hacer y que precisan tiempo. El mismo tiempo que antes dedicaba a escucharte y apoyarte en tus problemas, a cenar contigo frente al televisor y a pensar que iba a ser de nosotros dos, cada vez que peleábamos. Necesito cada minuto de ese tiempo.
Así que creo que alargaré mi cabreo todo lo posible, antes de volver a cumplir con este pacto prefijado de pareja a tiempo completo.
Me siento bien. Aquí en medio de la noche, en la más profunda soledad, sin necesitarte, acordándome de ti, solo en este instante, en el que vuelve a sonar el …riiing riiing…. del teléfono.

………….

Me acuesto y sueño que navego en un velero.

No hay comentarios: