El mundo es un laberinto,
pero en Madrid la noche permanece inmovil...es, como si el tiempo no pasara. Las aceras son las mismas y con la humedad de la noche se llenan de reflejos.
No hay nada que se mueva, que mute, que se transforme.
Pasan los coches y escucho mis tacones.
No se ve la luna,
y yo siento como un nudo que se agarra a mi pecho.
Quiero gritar.
Y tengo clarísimo que no querría haber escrito nada que no fuera esto.
2 comentarios:
Dinamismo, a veces confunde a veces simplemente te atrapa, apareciendo como estático. Saludos.
Saludos Carlos. Gracias por tu presencia.
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