viernes, 26 de febrero de 2010

DE MI MISMA: MISOGINIA


El lenguaje condena a las mujeres.

Yo he comprobado en mi piel que el lenguaje es un reducto vedado para las féminas.

Por supuesto y claro está de manera encubierta.

Creo que existe la idea en el subconsciente colectivo de un lenguaje propio del genero femenino. Creo que hay unas normas, que las mujeres no debemos saltarnos.

Los hombres son libres en las palabras y en los actos, y esto, se manifiesta de forma más fehaciente en todo lo relacionado con las relaciones y el sexo.

Todos estamos acostumbrados a escuchar a nuestro alrededor las hazañas sexuales de los hombres, y nos resulta natural que narren con pelos y señales cada movimiento...pero si escuchamos a una mujer hablar de la misma manera, automáticamente se forma una imagen en nuestra cabeza, que no es demasiado positiva. Yo misma me incluyo.

Aquella mujer, de pronto se me antoja vulgar, masculina, desprovista de la sugerencia y el erotismo que en mi mente, tengo como imagen propia para una mujer.

Es algo muy primitivo, casi casi oculto, pero si uno repara un poco más en ello se dará cuenta de que en esta y otras cosas reside el germen de la misoginia.

Somos misóginos.

Todos los somos.


La sexualidad es la caja de pandora que desata los demonios masculinos.

Y ninguna mujer puede cometer la osadía de destapar esa caja.

Eso, nunca.


Me entristece pensar que somos tan diferentes, y que a la vez, todas las mujeres que conozco, nos hemos impregnado de ese resentimiento hacia nosotras mismas.


El orgullo de las personas debe residir en sus ideas, en sus pensamientos, en sus principios...pero a mi alrededor compruebo una vez trás otra, que en la practica eso dista mucho de llegar a ser cierto.


Por primera vez en mi vida esto empieza a suponer un conflicto enorme. Un conflicto espiritual, profundo. Un abismo.


Lucho contra mi mísma y contra las ideas.


Y es una batalla perdida a nivel colectivo.


Y para mi, es una batalla perdida a nivel personal


Me concedieron la palabra.


Destapé la caja de Pandora.


Desde entonces me persiguen los demonios.


Mundo misógino.

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